La calle 52, contaminación sonora que desespera
Édgar Colmenares Vargas /Periodista Del Barrio
¿Cómo contener el crecimiento de establecimientos que transforman y convierten las noches en pesadilla?
Como ciudadano común hay noches que siento rabia y desconcierto frente a la incapacidad de las autoridades para controlar el auge de establecimientos nocturnos que no respetan el derecho a descansar y que de manera indirecta transforman el espacio público en bullicio, gritos, pitos, música a alto volumen, parlantes rodantes, peleas, etc.
La contaminación no se limita a los decibelios que se escapan de los establecimientos mal acondicionados, sino que se exacerba con los vehículos que circulan con equipos de sonido a alto volumen, que circulan con cierta frecuencia en altas horas de la noche, como en un ritual tonto de reconocimiento social, o con las famosas chivas con su discoteca ambulante que ya tienen establecida una ruta oficial, que incluye transitar por la carrera 36 y bajar por la calle 52 para completar la escena nocturna.
Dos derechos parecieran entrar en conflicto cuando se habla de establecimientos nocturnos que funcionan en zonas que hoy son residenciales pero que la presión comercial las está transformando: el derecho al trabajo y el derecho al descanso.
Es una responsabilidad del gobierno local encontrar la solución a esta problemática que se está presentando en la calle 52 entre las carreras 33 y 36, pero que afecta toda la zona residencial ubicada entre las carreras 36 y 38.