La bella de hierro de Cabecera

Con ejercicio para quemar calorías y comiendo seis veces al día para acelerar el metabolismo, Samy ha logrado este cuerpo.

Es más femenina de lo que parece. Aunque la lectura de su cuerpo sea diferente para muchos ojos, a Samy Ruiz le encantan los tacones, los esmaltes coloridos, los collares y retocarse el cabello.

Eso lo tiene claro y dejando a un lado las críticas por lo que puedan significar las líneas protuberantes de sus brazos, piernas y abdomen, esta santandereana no duda un segundo en afirmar que está saboreando el momento más feliz de su vida.

No cabe de la dicha desde hace tres años cuando participó por mera coincidencia en el Campeonato Interclubes de Fisicoculturismo, competencia en la que se ganó la medalla de oro.

“Estaba de visita en Bucaramanga cuando me encontré con mi instructor Daniel Ortega quien me dijo que me veía bien en el gimnasio y juiciosa, que ya era hora de competir y le dije de una que no. Me mandó entonces una rutina chévere, la cumplí y a los seis meses cuando nos volvimos a encontrar… me dijo “Wauuuu ¿qué hiciste? Te felicito, lo lograste, ahora sí a competir y nuevamente le dije que no. Sin embargo más adelante, en un nuevo encuentro me dijo que me había inscrito para representar a mi departamento”, dijo esta fuerte mujer egresada del colegio de La Presentación.

Y con este logro personal empezó el rollo que cambió la vida de esta mujer próxima a cumplir los 40 años.

Los entrenamientos diarios continuaron y se vino entonces su presentación en el teatro Jorge Isaac, en Cali, el año pasado.

Se había inscrito para la categoría novatos, del Miss Bikini 2012, pero su masa muscular y su figura fitness eran de otro nivel.

Aquí con Andy Haman, atleta estadounidense perteneciente a la Federación Internacional de Fisicoculturismo.

Fue entonces cuando recibió la llamada de Alejandro Santos, presidente de la Federación Colombiana de Fisicoculturismo, quien pronunció lo que jamás esperaba: “No Samy, no puedes participar ahí, te toca en la categoría máster, estás avanzada en preparación como para ser novata”.

“Me asusté, sabía que eso era en las grandes ligas y no había de otra, tenía que prepararme. Al final quedamos cinco chicas y gané el primer puesto… fue un honor haber sido mejor que otras que llevan 13 años compitiendo, no me lo creía pero también sabía que era el premio a mi constancia y dedicación”.

Un día de Samy

Samy se deshace de las cobijas a las 4:30 a.m. para preparar sus seis comidas diarias y las de su esposo Lisardo Zárate.

Mientras para su esposo le agrega unas tostadas y una que otra grasa, para ella el menú es diferente: cero sal y cero grasa.

A las 6 a. m. llega al gimnasio y allí entrena de lunes a sábado hasta las 9 a. m.

Regresa por una ducha y se conecta a internet todo el día para trabajar en asesorías a personas que deseen tener cambios en su vida.

“No necesariamente a quienes quieran entrenar, también cambios alimenticios. Estoy pensando en formar un club de solo mujeres aprovechando que soy parte de la marca de varios productos. Este rol de asesora me encanta y si lo mezclo con el de ama de casa me fascina más”, cuenta esta hija del barrio Sotomayor.

Luego llega la hora del almuerzo que generalmente es una pechuga, brócoli y una porción de arroz sin sal, esto complementado con agua, pues consume 6 litros diarios.

Aunque esta dieta la cumple al pie de la letra porque está en su casa, cuando sus labores la obligan a salir trata de no fallar, por eso en el gimnasio se toma un batido de proteínas, un carbohidrato, un banano o una manzana. Se declara una adicta de las almendras, las uvas pasas y frutos secos en general.

“Antes de dormir me como una ensalada de melón con almendras, una porción de pescado, merluza o salmón… son los pecaditos que de vez en cuando consumo y los fines de semana que salimos con mi esposo a cenar algo”.

A las 9:30 p.m. sus fuerzas se agotan y de nuevo el frío penetrable de Bogotá la envía a la cama a descansar.

Resistente también a las críticas

Además del deporte, Samy es artista plástica de la Universidad de Los
Andes, profesión que de vez en cuando roba su inspiración.

La lluvia de críticas por el cambio que su cuerpo tuvo en tan poco tiempo no se hicieron esperar, sin embargo Samy ve esto como una oportunidad.

“La gente me dice en Facebook y por todos lados que parezco una machomán, que soy una ‘hulk’… esto me lo gozo, no lo siento como una ofensa sino como un elogio, me honra y agrada pues quiere decir que mi trabajo se nota, que mi constancia y disciplina tiene resultados. A mí me encantan mis músculos y con esto no le estoy haciendo mal a nadie, al contrario vivo una vida saludable y ayudo a que muchos también la tengan”, respondió sobre los comentarios que ponen en duda su feminidad.

Obvio su transformación fue vista con asombro por su familia, en especial su mamá quien desde su residencia en un apartamento de la carrera 33 se enteró cuando la vio en el programa de televisión ‘Doctor S.O.S.’ del Canal RCN.

“Sufrió un shock cuando me vio y me preguntó ¿qué te hiciste?, pues siempre fui muy delgada… Me dio angustia de verla preocupada, sin embargo hoy en día ve que soy una persona muy saludable, que tengo un estilo de vida genial, con actitud positiva y que soy el canal para que otras personas que quieran cambiar su cuerpo lo hagan, hoy es un gran apoyo”.

Sin embargo en su vida hay otro aliciente: Santiago Pimiento, su hijo de 20 años.

En él se cumple el dicho ‘de tal palo tal astilla’ pues este estudiante de Geología de la UIS es otro amante del deporte y el gimnasio… qué mejor ejemplo a seguir que el de su mamá.