El azote de los malos
Grave, muy grave se ha tornado la situación de inseguridad en varios puntos del área metropolitana pero especialmente en sectores como Cabecera y Cañaveral donde la delincuencia parece que encontró nido.
A las noticias de aprehensiones de cabecillas criminales en exclusivas zonas residenciales se suma el ataque salvaje de ladronzuelos, atracadores y raponeros que ya no tienen el más mínimo escrúpulo frente a sus víctimas.
Ancianos, mujeres y hasta niños están siendo atacados por bandas de maleantes que parecen actuar a sus anchas a cualquier hora del día o de la noche.
Recorrer las calles se ha vuelto peligroso para cualquier persona que con la sola presencia de una moto ya sospecha de que algo malo le puede pasar.
Es vital la acción de las autoridades para frenar esta ola de delitos que están azotando la ciudad, pero también es importante la unión y solidaridad de la comunidad para denunciar a los malos y advertir de posibles acciones delictivas.
Lastimosamente ha hecho carrera entre nosotros la falta de solidaridad, tal vez ante las evidentes deficiencias de la justicia que a las pocas horas deja en libertad a los maleantes, lo que causa desazón y desconfianza en los ciudadanos.
Pero, reitero, es trascendental que volvamos a las épocas en las que los vecinos nos cuidábamos, que los celadores ayudaban a controlar no solo hacia adentro sino hacia afuera de los conjuntos; crear cordones de seguridad en los barrios a través de las cámaras de vigilancia de los conjuntos residenciales y edificios y establecer contacto permanente para ahuyentar a quienes quieren sembrar el terror entre la comunidad.
Exijamos a las autoridades mayor presencia pero ayudemos a cuidarnos unos a otros.