La ciudad desmemoriada
Muchos que se fueron y décadas después volvieron están un poco perdidos y extrañados.
Bucaramanga en muchos lugares desorienta, asusta y evalúa la gestión municipal.
Algunos se preguntan ¿Cuál es el perfil de las personas que elegimos? Si realmente ven la ciudad integralmente o simplemente son mandos medios de los verdaderos dueños del poder.
Sinceramente no hay dolientes desde las altas esferas del poder local que estén interesados en vitaminizar el espíritu y reconfortar la poca memoria urbana que sobrevive.
Es lo único que tenemos, que nos identifica y de manera tangible es un patrimonio donde está la huella del cómo fuimos.
Es cierto, no es malo que la ciudad crezca, cambie y se renueve, al contrario es algo que nos mantiene vivos, sin embargo debemos lograr el hacer convivir nuestra identidad y pasado con lo que hoy en día somos y no dejarlo de lado como algo sin sentido de ser.
Por Dios, intentemos evitar que los tiempos venideros que tanto deseamos y nos prometen absorban nuestra memoria causando su pérdida.
Las edificaciones y construcciones del ayer deberían tener igual o más importancia que las que se alzan hoy.
Las de hoy crecen deliberadamente solo con razones funcionales y prácticas, en cambio las de ayer poseían fines más profundos, de liberación, de lucha, de orígenes, de sacrificio, de calidad de vida… ¿Es justo dejarlas en el olvido?
Caminar el barrio El Prado, Alarcón, Sotomayor, ya no es igual.
Las referencias urbanas que nos trasladan a tiempos pretéritos, copados de nostalgia han sido desterradas.
Cada metro cuadrado demolido no es solo una masacre material, sino de sucesos, vivencias y recuerdos, de procesos y personas que la habitaron e hicieron grande la ciudad.