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Gente de Aquí

“El que no viaja muere lentamente”

La experiencia vivida por Ricardo Mantilla fue bastante enriquecedora. El aventurero dice que no se debe esperar a tener mucho dinero para viajar “siempre habrá muchas maneras de hacerlo”. Esta foto fue en la Carretera Austral, en la Patagonia chilena

La experiencia vivida por Ricardo Mantilla fue bastante enriquecedora. El aventurero dice que no se debe esperar a tener mucho dinero para viajar “siempre habrá muchas maneras de hacerlo”. Esta foto fue en la Carretera Austral, en la Patagonia chilena.

Lo visualizó hace cuatro años y lo planeó durante 9 meses. Hoy puede decir que su sueño de conocer Suramérica es una realidad.

El 8 de julio de 2012 empezó para Ricardo Mantilla la aventura más grande de su vida: viajar en moto desde la punta más alta del continente, es decir el Cabo de la Vela, hasta la Patagonia.

Casi un año después, exactamente 11 meses y 15 días este aventurero de 45 años llegó a Bucaramanga para contar sus hazañas y vivencias en las tierras “más hermosas y nutridas del mundo”.

Su recorrido lo hizo al pie de la letra, saliendo de Bucaramanga hacia la Costa Caribe para iniciar de cero su plan.

Aunque practicó parapente en varios países, la mayor experiencia fue en Argentina, donde participó en un campeonato nacionalCon un mapa (cartelera) en mano y las provisiones estrictamente básicas recorrió 49.000 kilómetros en tierras suramericanas… por tierra y aire, pues practicó parapente en todos los países que recorrió.

Esta es quizá su mayor pasión en la vida, pues además de mantener intacto cada segundo su espíritu aventurero Richi es empresario del sector hostal en Santander y propietario de una escuela de parapente.

“El día que salí me fui llorando, porque uno no sabe si vuelve o no. Era una locura, pero debía hacerlo. Sabía que no eran unas vacaciones porque no me iba a quedar en hoteles lujosos, no iba a los mejores restaurantes ni estaría de farra… esto era una aventura y así debía vivirla”.

Bien planeado y vividoEsta foto fue en Perú, llegando al Cañón del Pato

Salir de Bucaramanga y dejar durante un año su gente y sus negocios no es una decisión que se toma de la noche a la mañana.

Es por esto que Richi planeó muy bien su viaje, desde cómo y con quién dejar sus dos hostales funcionando normalmente, hasta pensar en la ropa que iba a llevar.

“En ocasiones anteriores había hecho esto pero en Colombia y no tardaba tanto, pero esto sí tenía que hacerse bien planeado. Tenía que estudiar muy bien los mapas, las culturas y ciudades que visitaría, qué elementos necesarios llevar, como por ejemplo ropa, un computador, la cámara fotográfica y dinero; ver también la calidad de moto que llevaba, las ventajas y desventajas”, explicó.

Y así arrancó su aventura pasando por Ecuador, deleitándose con la exquisita comida peruana y alimentándose de la rica cultura e historia de este país.

Luego pasó por las bajas temperaturas de Bolivia y entró a las interminables carreteras rectas de Chile.

Cuando llegó a Ushuaia, ciudad argentina capital de la Provincia de Tierra del Fuego, decidió dejar su Kawasaki 650 KLR, modelo 2011 allí y viajar en barco dos días para llegar a la Antártida.

En pleno polo sur puso en práctica sus conocimientos en el idioma inglés y laboró durante 10 días como guía turístico.

Su meta la cumplió a los 7 meses de haber partido, es decir el 8 de febrero.

 En uno de las puestas de sol que disfrutó mientras recorría el río Amazonas, en territorio brasileroEse día sintió que debía controlar sus emociones. Lloraba y su corazón latía a mil al saber que iba a llegar a su destino y a sentirse glorioso.

Sin embargo le penetró otro sentimiento de desespero cuando luego de coronar dio la vuelta, miró el mapa y vio el interminable terreno que le faltaba por recorrer para volver a estar en su querida Bucaramanga.

“Ahí juega la parte mental un papel importante. Debe haber mucho autocontrol y tranquilidad para el regreso y ese choque de emociones”.

Pronto tendría que prender el motor de su Blueberry, recorrer Argentina y disfrutar del sabor de sus parrillas, pasar por Uruguay y las cataratas de Iguazú y sentir poco a poco la llegada del cálido ambiente brasilero.

Su recorrido por el país de la samba fue 80% costero.

“Eso sí, no visité a Sao Pablo ni Brasilia, son ciudades muy grandes, que como todas las grandes tienen smog y la idea era disfrutar más las poblaciones pequeñas y sobre todo los paisajes naturales”.

En cuanto al idioma pensó que tendía inconvenientes, sin embargo sus habilidades con el inglés fueron suficientes, pues allí muchas personas lo dominan.

“Además es como en Colombia que el dialecto cambia en la costa, en Medellín, en Pasto, Boyacá y los llanos orientales. No es fácil entender el portugués cuando se está cambiando constantemente de región”.

Con este mapa salió de Bucaramanga y con este regresó. Fue su mano derecha siempreLa aventura por la inmensidad brasilera estaba por terminar en Manaos, ciudad a la que arribó luego de estar 6 días navegando el majestuoso río Amazonas.

“Mi moto y yo viajamos junto a otras personas en una embarcación de productos alimenticios, la mayoría tomates. Íbamos a 12 kilómetros por hora y contra la corriente y en medio de la selva. Fue hermoso ver los atardeceres y los delfines rosados que con timidez se asomaban a la superficie”.

Luego estuvo en Venezuela, sus playas y volvió a tocar tierra colombiana en Cúcuta.

De regreso a casa

Su regreso ocurrió el 15 de junio.

Ese día algunos amigos suyos lo esperaron en El Picacho para recibirlo y darle ánimo de llegar a casa.

“Fue el mejor día. Llegué a pedirle disculpas a mi mamá por haberla hecho sufrir con mi locura, aunque me comunicaba con ella seguido”.

Aunque sus allegados querían ofrecerle un gran banquete y bebidas, su cuerpo no daba más.

Carne oreada, carne fresca, morcilla y Kola Hipinto hicieron parte de esa bienvenida.

“Me tomé dos tragos y quedé listo. Estaba rendido física y mentalmente. Sin embargo fue un momento agradable porque fue gente que me ayudó cuando lo necesité y me apoyó cuando allá me vi en situaciones difíciles”.

Lo que se viene

261551_10151347789309715_1188438722_nHoy cuando está de nuevo en su tierra, su familia y amigos, Richi solo puede sentirse agradecido con la vida.

“Todo lo que me pasó fue bueno. Fui invicto, pues no tuve problemas de salud, no me pinché, solo una vez que me pusieron mal el neumático y no tuve ningún altercado a pesar de pasar por territorios difíciles con carreteras destapadas, muchísimas rectas y brisas fuertes, sin embargo puedo decir que todo esto fue ganancia para mi vida”.

Por eso cree que esta experiencia debe ser compartida con jóvenes y adultos, por eso iniciará un ciclo de conferencias en colegios, universidades y empresas.

“Este viaje me dejó buenas enseñanzas, por eso quiero que la gente se anime a conocer más, a viajar más, a aventurar más, que los jóvenes vean la vida con mejor actitud… y que sepan que sí se puede vivir sin tecnología, pues duré un año sin celular y aquí estoy, no me hizo falta”.

Eso sí, con seguridad dice que Santander es el mejor departamento de Colombia y que Colombia es el país más hermoso de los que ha podido recorrer.

“Con el respeto de los demás, pero aquí tenemos todo lo necesario para ser felices, paisajes, comida…”.

Otro de sus proyectos aventureros es planear un recorrido, en moto, por Europa en el año 2015.

En cifras

9

países recorrió en un año Richi.

6

llantas gastó durante el viaje: 4 traseras y 2 delanteras.

4

veces cambió la cadena de la moto en el viaje.

6

horas, máximo, recorría diariamente.

3

veces a la semana viajaba, el resto disfrutaba de los sitos.

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