Cinco ejemplos de madres fieles, felices y entregadas
El paso de los años lo notan en el color de su cabellera, en su piel y en los recuerdos que empiezan a esfumarse de su mente.
Es quizá lo único que las identifica como abuelas pues hoy en día comparten muchas cosas en común, entre ellas el haber sido madres ejemplares, esposas fieles, ser abuelas consentidoras y viudas valientes.
Son las hermanas María Obdulia, Ana Nelly, Brunequilde, Elba María y Beatriz Delgado Torres.
Aunque la niñez y juventud de ellas estuvo en Vetas (frío municipio santandereano), sus hijos y nietos hacen parte de la historia de reconocidos colegios y empresas de Bucaramanga.
En una tarde de tertulia, rodeada de algunas de sus hijas y de los álbumes familiares, estas mujeres nos contaron por qué las enorgullece haber sido madres.
Es la mayor de las mujeres. Con 96 años esta mujer deslumbra: no usa gafas, reconoce muy bien a quienes aparecen en las fotos familiares, teje incansablemente y narra historias de su vida con mucha emoción.
Cuenta con orgullo que Luis Armando, Manuel Josué, Rosaura, Ligia María, José, Alejandro y Flor María fueron su vida, sus retoños y la consagración especial que pone siempre ante el Sagrado Corazón de Jesús.
Junto a su esposo Juan Evangelista Delgado, quien partió hace 14 años a la eternidad formó un “hogar bonito, hermoso”, como ella lo comenta.
Además de ser una madre tranquila, paciente y calmada es también la abuela de 20 jóvenes y adultos y tiene más de 10 bisnietos.
Tiene 95 años. Aunque es de las que menos nietos tienen, apenas 5, es una abuela querida y alegre. Comparte su vida junto a su hijo Luis Efrén, su nuera y nieto quienes están al pendientes de su salud, pues necesita de una silla de ruedas para poder movilizarse con más tranquilidad.
“Es muy muy consentidora, alegre y valiente pues ha enviudado dos veces, ha sabido enfrentar eso con mucha firmeza. Siempre supo criarnos con mucha rectitud y se lo debemos en el alma”, comentó su hija Blanca Emilia.
Fue contundente al responder cual fue el día más feliz de su vida como madre: “El día en que me celebraron los 90 años. Fue un fiestononón grande en el Club Unión, fueron todos mis hijos, nietos, hermanas, sobrinos… fue un día muy alegre y no lo puedo olvidar jamás”.
Cuando contó su edad sonrió y dijo “Ay Dios mío… 93. Es que uno con tantos años se siente incómodo porque los hijos tienen que bregar mucho con uno, con las enfermedades… pero bueno, gracias a Dios mis 5 hijos son buenos todos y me cuidan bastante”.
‘Quilde’ como le dicen sus hermanas, dice que tener hijos es muy hermoso porque “uno sabe que cuenta con alguien para que en la vejez nos cuiden. Además nos regalan muchas sonrisas y cariño”.
Aunque su esposo Arsenio Arias falleció hace 30 años, ese vacío fue llenado por sus seis nietos quienes le han dado muchos momentos de felicidad.
Vive con su hija Elizabet desde que su esposo Lorenzo García falleció, pero hasta allí llegan siempre sus 9 hijos y 11 nietos para consentirla, complacer sus gustos y sacarla a pasear.
Por estos días está más feliz que nunca pues se estrenará como bisabuela.
Aunque reconoce que ser madre es un oficio de sacrificios, esfuerzos, paciencia y dedicación, esta mujer de 86 años reconoce también todos los momentos de alegría y triunfos que le dieron sus hijos.
“Es como todo, también hicieron sus travesuras. Recuerdo por ejemplo que Alberto José, en el velorio del papá hace 30 años empezó a tomar unas fotos a los que estaban ahí. De pronto eso puede ser visto normal ahora, pero en esas épocas no, era una falta de respeto grandísima en un momento como ese”, comentó.
Tuvo 10 hijos y 8 nietos y estos días espera con ansias la llegada de su primera bisnieta (hija de María del Pilar, primera nieta).
“Estoy muy feliz y triste también porque no la voy a poder conocer pronto, pues nace en Dubai, de pronto hasta finales del mes la conozco, pero mis hijos y nietos me la muestran por internet y por ahí la veré”.
Vive con su hija Luz Elena, la mayor de sus hijos, pero el resto la visitan constantemente.
“Los hijos nos hacen muy felices y nos hacen sentir orgullosos de ellos. Uno vive con ellos todas sus experiencias como si fueran de uno, aunque también nos sacaron el malgenio a ratos sobre todo pequeñitos, como varias veces que mi hijo Jesús Oswaldo me revolvía el arroz con el maíz en la tienda que teníamos. Cuando iba a vender me encontraba con eso revuelto ayyy Dios, pero con tres años que tenía qué le podía decir. Pero son una belleza todos”.