Razas peligrosas: con bozal y amarrados
Por: Lucio Cordero/Periodista del Barrio
Hace varios domingos salí a caminar con mí pequeño perro. Subí a Pan de Azúcar y cogí el sendero que nos llevaría al Km-5, que va a Pamplona.
A mitad de camino en pleno ascenso, bajaba un señor con su perro bóxer y en un abrir y cerrar de ojos se abalanzó sobre el pequeño perro que llevaba, y se inició el alboroto alrededor mío.
El pesado bóxer no obedeció a los bastonazos que le di con mi bordón de aluminio y seguía montado sobre su presa, gruñendo como un diablo, tratando de ahogarlo o matar al otro.
El pequeño dio vueltas alrededor mío buscando refugio logrando atarme los pies con la cuerda de su collar. Perdí el equilibrio y caí de espaldas al piso.
El bóxer continuaba su ataque ante la mirada pasiva de su dueño – yo diría que pasmada – y ante la vista varios testigos caminantes que llevaban el mismo rumbo.
Ya en el piso el amo y su perro escaparon del sitio sin preocuparse por el estado de sus víctimas.
Dos caminantes se acercaron y me ayudaron a la recuperación, no hubo heridos, solo el maltrato propio de la caída.
Solo después supe que aquel animalejo tenía su bozal puesto.
Muchas personas que suben por éste sendero al Km-5 o al Km-8 y a otros sitios llevan sus perros a las caminatas y esto no es malo o dañino, sin embargo las razas conocidas como peligrosas deben llevar bozal y estar amarrados a sus collares y no sueltos, como en este caso.
De La Ley 2002 regula la tenencia y registro de perros potencial-mente peligrosos. En su Artículo 108 reza: “Si un perro peligroso ataca a otra mascota, su propietario será sancionado por la autori-dad municipal competente con multa de hasta 2 salarios mínimos mensuales y estará obligado a pagar por todos los daños causados a la mascota”.