“Hacer el pesebre tiene sus méritos”
El resultado de 15 noches de dedicación y trabajo no podía ser mejor. Ese fue el tiempo que Oscar Rueda Prada tardó en elaborar el pesebre que engalana el garaje de su casa en Palmeras de Cacique.
Mide 2 metros de ancho por 5 de fondo y tiene la ventaja de moverlo a cualquier sitio pues está dividido en cuatro partes, montadas todas en ruedas.
Sobre el diseño el contador público explicó que es creación propia y que cada año lo cambia.
En el pesebre hay recreaciones de espacios como el lejano oriente, otro con un parque para enamorados, aserradores, actividades propias de una panadería, un gallinero, una granja, hormigas culonas y fogatas, y la representación de la huída de José y María encinta hacia el pesebre y luego del nacimiento.
Pero quizá al que más empeño le puso fue a la réplica de Betulia, su pueblo natal, al que representó con el parque principal, la iglesia y el Salto Blanco hecho en resina.
“Cae agua de la montaña y recorre todo el pesebre hasta llegar a un lago. Es una tina con una manguera que le da luminosidad. El agua retorna con un motorcito para volver luego a la cascada y caer de nuevo”.
Además tiene piezas que con sonidos fuertes cercanos encienden luces y emiten canciones navideñas.
“Los niños son felices en las noches aplaudiendo haciéndolas prender y cuando no son ellos son los carros que pitan cerca y también se encienden”.
El pesebre de la familia Rueda Calderón tiene un juego de luces que, programadas, hacen un recuento de las actividades propias del campo, desde el inicio del día hasta la noche.
“Cambian las luces de día y las de noche, aproximadamente cada 15 minutos. El sol es una lonchera de niño y le puse un bombillo con cargador de batería de 3 voltios. Reciclaje en le parte eléctrica. Abajo tiene transformador para consumir menos energía. Algunas luces van cambiando con secuenciadores que les puse para hacer estas transiciones”, explicó.
Por devoción
Para Oscar armar el pesebre tiene una devoción especial pues “se reciben méritos al hacerlo”.
Lo hace dese niño cuando crecía junto a sus padre y luego cuando empezó a estudiar en la universidad, en Bucaramanga, en el casa de una tía.
“Le tengo fe porque en la vida, relativamente, me ha ido bien. No vivo con abundancias y lujos pero sí vivo bien y esto se lo agradezco a Dios”, mencionó.