Doña Fanny elabora el pesebre hace 65 años
Si hay algo que distinga a doña Fanny Ramírez de Arenas en diciembre es su tradicional pesebre.
Sus vecinos de la carrera 37 de El Prado saben que la Navidad llegó a esta casa cuando se encienden las luces de la terraza.
Ha hecho el pesebre desde que tenía 7 años, con la mamá y los hermanos.
“Era muy pequeñito, con casitas de cartón y el nacimiento sencillo. Luego cuando me casé empecé a hacerlo más grande y cada año va uno comprando figuras y mandando a hacer las casitas, ahora por ejemplo son de unos pesebristas de Piedecuesta, son unos artistas por los detalles que usan. Ellos hicieron el molino y las casas grandes, incluido el nacimiento”.
El trabajo este año necesitó de las manos de una amiga inseparable de doña Fanny, quien con su creatividad le ayudó a hacer este pesebre bíblico y otro más que tiene este año en la sala, se trata de Miriam Barrios, conocida artísticamente como ‘Cielito Méndez’.
Juntas empezaron a trabajar en el montaje desde inicios de diciembre y el resultado no pudo ser mejor.
“Ella me iba diciendo qué necesitaba y yo se lo traía. El mural lo tenía desde hace años, lo mandé a hacer y lo retocaron el año pasado. Para las paredes y el resto del fondo se usaron 30 bolsas de empaque de azúcar que se humedecen y tuercen ocho días antes para que se parezcan a las rocas. Y entonces fue armando las figuras pequeñas al fondo y las grandes adelante”, explicó.
Estos apliques tienen también aserrín de colores al que se le añadió brillantina para dar la sensación de un desierto y una lama sintética que parece pasto natural.
Una particularidad de este pesebre es que el nacimiento está en el centro y no en las esquinas, como es usual verlas.
“Es que el nacimiento es el centro del pesebre, es lo más importante y es a lo que más espacio le debemos dar, que se vea bien. No se debe esconder en un rincón porque son los protagonistas”.
Otros espacios que complementa el pesebre son un rebaño con sus pastores, palmas, vendedores de frutas, carpinteros y pastores y ovejas que le dan sentido al pesebre que mide 5 metros de ancho por 2 de fondo.
“Esa es la parte del pesebre que más me gusta, el río, por el sonido del agua y la tranquilidad que inspira”.
El segundo pesebre
Este año un segundo pesebre brilla en esta casa. Es blanco y mucho más moderno.
“Lo hice para darle uso a las villas y personajes del polo norte que me iban regalando y dije: ¿para qué tengo estas villas así, sueltas, voy a armar un pesebre con todo esto” y así en día y medio terminó de armar el que adorna su sala.
Es más pequeño, mide aproximadamente 2×2 metros y sobre la superficie de papel blanco está el árbol o un chamizo pintado de blanco con ‘cabello de ángel’, osos polares, pinos, renos y casas con techos cargados de nieve.