Un empresario santandereano y el arte de los buenos negocios
¿Cómo hacer para que un negocio, sea restaurante, bar o discoteca, tenga éxito?
Con disciplina, dedicación y mucha imaginación.
Así lo concibe Pedro Ordoñez González, un joven empresario que comenzó participando en la producción de conciertos como el de Calle 13 y que de un tiempo para acá ha incursionado en la gestación y consolidación de reconocidos negocios de la ciudad.
Con mucho esfuerzo y trabajo en equipo, Pedro ha puesto su impronta en marcas como La Birrería 1516, trabajó en la creación del concepto de 11:11, que caló mucho en la ciudad, y del bar La Calle que durante los últimos años mandó la parada en cuanto a sitios de diversión en la ciudad.
Pedro reconoce que su tarea ha estado muy ligada a un arduo trabajo de posicionamiento y promoción de establecimientos a los que les crea una identidad y busca que tengan cierta permanencia en el tiempo.
Considera además que la innovación es una herramienta fundamental para seguir en el gusto de la gente, por lo que ha sido común que establecimientos en los que él participa tengan reformas en su estructura y concepto para brindar siempre algo nuevo a sus clientes.
Una nueva sociedad
Justamente esa dinámica de trabajo llamó la atención de un grupo de empresarios de Bogotá y la Costa que se vinieron a hacer alianzas con un sector empresarial de esta ciudad para crear nuevas propuestas.
Uno de los hechos más sobresalientes y que fue tema en boca de mucha gente durante las últimas semanas fue el cierre del bar La Calle, ubicado en el cuarto piso del centro comercial Cuarta Etapa.
La respuesta a este interrogante la tiene el propio Pedro, quien dijo que se trató de la culminación de un ciclo y el inicio de una nueva alianza entre empresarios para incursionar con una propuesta novedosa en la ciudad.
La unión de esfuerzos tiene a Pedro dentro de los representantes del grupo santandereano y a Ciro Villazón, familiar del cantautor vallenato Iván Villazón, representando a inversionistas de la costa y el interior.
Ellos fueron los encargados de darle vida a un nuevo establecimiento comercial muy al estilo de importantes negocios de Bogotá.
Bajo la marca Matildelina, que hace cinco años funciona en la capital de la República, comenzó una nueva era de la diversión en la ciudad con un concepto que mezcla comida y rumba en un mismo escenario.
Aunque habrá cierta tendencia al vallenato, como expresión del folclor colombiano, sus creadores dicen que se trata de un espacio con multiplicidad de expresiones musicales o cross over.
El nuevo reto para Pedro es posicionar este escenario que como él señala “nada de esto sería posible sin el apoyo de Dios, mi familia, socios, amigos y la calidad de las personas de una ciudad que cada día se hace mas grande”.