¡Sí se puede!
Hacer una feria sin tanto derroche de licor, harina, suciedad, malas costumbres y patanería sí es posible.
Con esta edición del certamen ferial quedó demostrado que se pueden hacer cosas buenas que reagrupen a la familia y que diviertan al público en general con una variada programación.
Tal vez no haya sido esta la feria más exitosa, ni la más nombrada en Colombia, pero por lo menos empezó a dar un giro hacia una feria más decente.
Seguramente no fue la más cultural, ni la de los mejores artistas, pero fue algo más segura, con menos accidentes, riñas y desgracias.
Haber trasladado la cabalgata a un nuevo recorrido y fecha no le quitó ni entusiasmo ni público, en cambio sí evitó una congestión y parálisis de la ciudad.
No fue posible controlar ciento por ciento el consumo de licor ni la venta callejera de bebidas alcohólicas, pero se dio un primer paso y quedó sembrada la semilla para el próximo año.
Eventos como Sabor Social fueron de buen recibo por parte de la comunidad que departió en familia y rescató un escenario público como el parque para el disfrute de todos.
Quedan experiencias y cosas por corregir –como por ejemplo no anunciar una fiera muy nuestra y abrirla con mariachis- pero son detalles que no le quitan brillo a un evento que se la jugó por un cambio y por lo menos empezó a mostrar otras cosas más positivas.