‘Bucaramangáfilo’
Este calificativo se da al bumangués que tiene afecto por su urbe, cumple con los preceptos universales de todo buen citadino, desde acatar las normas de convivencia armónica y de civismo hasta tener conocimientos de ciudad, además la disfruta y ayuda en su construcción.
Caso contrario el que vi ayer en la carrera 26 con calle 45, donde un conductor de un furgón se paró en medio de la vía a comprar un jugo sin bajarse del vehículo y mientras el vendedor se lo preparaba armó tremendo tapón, fueron casi 15 minutos que este señor mantuvo con los nervios de punta a toda una fila de carros que estaban detrás de él.
Estas actitudes dicen mucho de una cultura.
Creo que en porcentaje alto, los ciudadanos somos la causa del caos.
Esto me lleva a pensar que las licencias de tránsito deberían tener otro requisito más para su autorización además de saber manejar la persona debe tener claro el significado de compartir espacios urbanos y sobre todo de movilidad eficaz.
No más conductores mezquinos que se creen los dueños de la vía y donde el derecho ajeno no existe, igual sucede con aquellos que parquean sobre los andenes y ponen en riesgo al peatón.
Ser ‘Bucaramangáfilo’ es ser amigo del sentido común, de comprender que Ciudad siglo XXI es un estado de ánimo, pero también un cúmulo de saberes para saber usarla, hacerla tolerante y habitable.
Acá retomamos de nuestra cátedra de Urbanismo la definición del Arq. David Lewis: “Ciudad: El artefacto más intrincado del hombre, la mayor, más contradictoria, compleja y orgánica y desarrolladas de sus expresiones; el lugar hacia el que se dirige la mayor parte de la humanidad y donde cada vez más millones de personas luchan por el sentido personal de sus vidas.”