Andenes para el bicicrós
Me puse a observar un día a un par de viejitos ‘tratando’ de caminar en línea recta y de forma continua por un andén de la ciudad.
No sabía quién cogía a quién, lo cierto era que ambos intentaban sostenerse en pie para completar esos metros que los separaban de su casa.
Lentamente caminaban por su espacio, mientras por su lado pasaban raudos los carros, buses y motos.
Pese al esfuerzo que hacían su objetivo parecía frustrado por las gradas, desniveles, cortes, inclinaciones y demás obstáculos que encobraban a su paso.
Esa escena refleja plenamente lo que está pasando hace varios años con el desarrollo urbano de la ciudad, donde las normas no se respetan y prima el interés de quien construye sobre el bien común.
Por eso se encuentran tantas construcciones donde los andenes están a desnivel, se cortan o se achican a su mínima expresión, impidiendo el paso normal de los peatones.
¿Qué puede hacer entonces una pareja de ancianos, o un minusválido?
Las características de la construcción actual están obligando en muchos casos a que los ciudadanos se lancen a las calles con el consabido riesgo de sufrir accidentes.
¿Quién controla esta situación?
Es deber de las autoridades y de los organismos que regulan la construcción exigir el cumplimiento de las normas, para evitar percances lamentables y demandas posteriores.
Cabecera y Cañaveral son escenarios de situaciones irregulares en este sentido y es hora de ponerle control, para evitar que los andes parezcan más pistas de bicicrós que accesos peatonales.