Mejoras Públicas, el bosque que se volvió barrio
En un inmenso bosque que atravesaba la ciudad de oriente a occidente, entre las carreras 33 y 26, habitaban hace años micos, zorrillos y diversas especies arbóreas.
En medio de la vegetación, una corriente conocida como La Rosita, derramaba sus aguas en La Cochera, un lugar adonde acudían cientos de familias de la ciudad a lavar sus ropas.
El dueño del gran corredor verde era don Pedro Nolasco Ramírez, quien en 1939 cedió a la ciudad 35.525 metros cuadrados, desde la avenida Las Américas (carrera 33) hasta la avenida Próspero Pinzón (carrera 27).
Su sueño era ver este espacio convertido en un pulmón de la ciudad y con el tiempo tener allí un palacio de artes rodeado de vegetación.
Su sueño quedó en quimera.
Ese gran bosque que hoy es la línea divisoria del barrio Mejoras Públicas se fue reduciendo con el paso del tiempo y con conductas que aún generan dudas entre la comunidad.
Dicen los moradores más antiguos del barrio que un día, de manera misteriosa, desaparecieron varios documentos que daban fe de que este sector era un bien público y que de la noche a la mañana le aparecieron dueños a varios predios.
Otra versión señala que la idea del filantrópico Pedro Nolasco de construir su gran obra en el terreno daba la posibilidad de vender parte del predio para subsidiar los gastos y que de allí se han aferrado muchas administraciones municipales para desmembrar el bosque.
Fraccionado por partes
En los años 60 apareció la avenida Rafael Uribe Uribe (calle 36), que le cercenó una parte al parque. Años más tarde, en la cabecera oriental se construyó la plaza de mercado Guarín. Posteriormente su costado norte fue partido por la avenida La Rosita, cuya construcción derribó 25 árboles nativos, y en los años 80 otros 5 mil metros cuadrados fueron vendidos a un particular para construir allí el hotel Chicamocha.
Hoy el gran bosque verde está convertido en una pequeña franja con algunos árboles, senderos peatonales, juegos para niños, y negocios particulares a su alrededor.
De su constitución como área común conserva íconos como la concha acústica, construida en 1969 y donde la gente del barrio se congregó para ver la llegada del hombre a la Luna en un televisor a blanco y negro que había dispuesto el gobierno municipal para el evento.
De su cancha de fútbol, construida en 1974, no queda ni el polvo, solo el recuerdo de buenos jugadores como Nepo Ordoñez y la imagen de las oficinas del Atlético Bucaramanga que algún día funcionaron en el edificio Magisterio.
De los micos y zorrillos no quedó ni el olor y de su quebrada no hay sino los tubos enterrados a varios metros de profundidad por la canalización que se le hizo hace varias décadas.
Dos facetas a lado y lado
Con nostalgia los vecinos recuerdan al restaurante Mateo y al teatro Sotomayor, donde se proyectaron cientos de películas mexicanas, gringas y europeas.
El desarrollo del barrio se dio en forma particular, ya que hacia el costado norte del parque se conservaron esas casonas antiguas que encierran cierta magia y son modelo arquitectónico, mientras que a su costado sur se fue levantando un estilo diferente de construcción, más moderno.
Hoy Mejoras Públicas sigue siendo un barrio representativo de Bucaramanga habitado entre 750 y 800 familias que limita entre las carreras 27 y 33 y las calles 32 y 42, pero en el cual se respira aún esa nostalgia por el gran bosque que fue.
La Callejuela
Cuentan los vecinos que al comienzo del siglo pasado había unas casas de barro y paja sobre una polvorienta vía conocida como La Callejuela.
Ese espacio es hoy la calle 41 y fue tal vez una de las primeras cuadras que tuvo el sector.
Tres nombres
El barrio nació bajo el nombre de Elías Puyana, luego se llamó Salvador Allende y actualmente es Mejoras Públicas, por la entidad creada para cuidar los parques de la ciudad que tiene su sede allí.
Tropicana revolucionó la ciudad
En 1945 don Próspero Chinchilla, quien había estudiado en Brasil, llegó a la ciudad con la idea de montar un negocio moderno.
Creó así Tropicana, una heladería con una cubierta curva y pilares, adornada con palmeras.
Para la inauguración trajo la orquesta Aída y los invitados asistieron en smoking blanco.
Fue la sensación ese año.
Posteriormente la heladería se convirtió en el restaurante Mateo conservando su entrada en arco y manteniendo por años un ambiente campestre dentro de la ciudad con kioskos y bambués.
A su lado funcionó también por años el teatro Sotomayor, con capacidad para unas 200 personas y donde se pasaron cientos de películas extranjeras.
La 27, zona de villas
Por la década de los 20 y los 30 Bucaramanga era una ciudad pequeña, donde la carrera 27 era considerada la salida hacia Bogotá. De ahí que muchas familias decidieran construir sus casas como especie de villas en las afueras de la zona urbana.
De esta manera surgieron casas como la quinta alemana de la familia Streithorst Clausen (1930), donde justamente comienza el barrio Mejoras Públicas (calle 32 con carrera 27).
Cerca de allí, por la misma 27 pero con calle 34 hubo otra casa famosa que fue donde funcionó muchos años el restaurante Brasilia; allí nació el Club de Profesionales y hoy es sede de una iglesia.
Diagonal a esta casa, donde actualmente queda la sede virtual de la Universidad Manuela Beltrán, fue la casa de la familia Montoya Puyana.
Familias y diseños
El barrio Mejoras Públicas en su costado oriental fue vivienda de recordadas familias y de casas con diseños muy especiales.
Por ejemplo sobre la carrera 28 con calle 33 vivió don Lázaro Soto, abuelo de nuestra reina Nini Johana Soto González.
Sobre la calle 35 con 28 vivieron las familias Villalobos, Luis Ramírez Lara, Heliodoro Rueda y Ovidio Naranjo.
Entre las casas más representativas del sector y de Bucaramanga está la casa donde funciona el restaurante Tejaditos, que fue de la familia Cancino.
A su lado vivían la familia Flórez y más allá Vicente González.
En esa hermosa casa alta y de muchas ventanas que sobresale en la esquina de la calle 34 con carrera 29 vivía don Jesús Gámez, luego fue de Eugenio Serrano y finalmente pasó a manos de una comunidad religiosa. También fue sede del colegio Fundación UIS. Al lado de esta casa vivía don Alfonso Gómez Gómez.
Ufff cuantos recuerdos en ese parque, jornadas de descanso familiar, de sosiego dominical y de flierteos amorosos con amores pasajeros sobre las verdes areas. Inolvidables momentos de desaforo juvenil, besos furtivos y calores juveniles. Helados, charlas, risas, música, dedos locos, tantas memorías…
Gracias por revivir tantos recuerdos
Quiénes son los miembros de la SOCIEDAD DE MEJORAS PUBLICAS?…Ellos serían los culpables de acabar con el poco espacio que queda en ese pequeño pulmón de la ciudad. Dónde están las autoridades de control del espacio público que solo aplican la ley para los vendedores de la calle o para acabar con las zonas verdes en casas de algunos barrios. será que esas autoridades hacen parte de esa Sociedad pública desmejorada?…Creo que lo que falta es denunciar, perseguir, condenar y enviar a la cárcel a unos cuántos «aprovechadores» del espacio público de la ciudad. No es de extrañar que cualquier día le salga dueño al parque la Flora o al Jardín Botánico.
Esto es ridículo: La nota como cronología esta bien, pero donde están los grupos de defensa de las áreas comunes y zonas verdes que no consiguen un buen pool de abogados y empiezan a descubrir a todos estos ladrones que con patrocinio de las «autoridades» terminan apropiándose de todo lo que un mecenas le dono a la capital del departamento. Por no denunciar y hacer publico no solo el nombre de los ladrones, sino de los encargados de vigilar que esto no se de en nuestra ciudad, es que cada día prospera mas y mas la delincuencia de cuello blanco.
y por que mas bien no dicen EL BOSQUE QUE SE ROBARON Y LO VOLVIERON BARRIO, por que solamente hay que ver cuales casas empezaron a construir primero y hay descubriremos quienes fueron
Nací junto al Colegio que había donde hoy es Carrefur, por la calle 41 diagonal a la casa de Martín Soto, padre de Gonzalo Soto, quien fuera dueño de ALMACENES SOTORAMA. La calle 41 se conocía como La CALLEJUELA porque, como siempre sucede en las poblaciones, ese era el camino real que conducía hacía TONA. De ahí su curso serpeante.
Faltó informar dos cosas importantes. 1. Que en el parque de MEJORAS PUBLICAS funcionó el primer zoológico de Bucaramanga. Yo conocí tigres, leones y micos, que guardaban en jaulas. Era niño y les tenía pánico a esas fieras.
2. Que donde estaba el teatro SOTOMAYOR y la HELADERIA TROPICANA, después RESTAURANTE MATEO, se proyectó la construcción de un PLANETARIO. El gobierno destinó hace 40 años aproximadamente un auxilio de $ 200 millones para este propósito el cual fue administrado por un conocido y prestigioso abogado conservador, cuyo nombre me reservo, pues ya falleció. Preguntaría: Qué pasó con esos fondos? Lógicamente hoy esa plata parece una bicoca, pero en su momento era una suma suficiente para haber acometido la obra.
Porqué se dió licencia para construir un edificio de apartamentos, que es lo que ahora se anuncia en ese sitio? Quién autorizó semejante despropósito? LOS CIUDADANOS MERECEMOS RESPETO DE LA ADMINISTRACION MUNICIPAL y los periodistas deben investigar, dar la noticia y formar opinión para que todos nos beneficiemos de su trabajo, tan necesario en una democracia que requiere de su concurso para su fortalecimiento de la misma.
Excelente Informacion