Ética para ciudadanos
En reciente foro sobre ‘ciudad’ detecté que los estudiosos de la convivencia urbana definen a la ‘ética para ciudadanos’ como parte de una filosofía que “reconstruye un saber práctico cotidiano e intuitivo” como el de los habitantes de la ciudad, y que por su “afinidad con el sentido común”, se relaciona íntimamente con la totalidad del mundo de la experiencia que nos es familiar.
Ética tiene su raíz en el vocablo griego Ethos y lo definen como el componente filosófico que estudia el bien y el mal relacionados con el comportamiento humano y la moral.
Dictar ‘Ética Ciudadana’ no es solo una rehabilitación de la urbanidad, entendida esta como algo propio de los que vivimos la urbe, sino algo primordial en los procesos educativos, incluido allí los pensum de la formación primaria y así sucesivamente en otros niveles.
Esta urbanidad debe caracterizarse como condición necesaria, aunque no suficiente de la convivencia. Ahí, la tradición del vivir ciudad, tiene mucho que aportar a la renovación de la identidad ciudadana.
En el foro se dejó claro que la urbanidad debe además ser entendida en un marco más amplio de perfiles éticos y políticos, en los cuales encuentra su justificación, para dejar sin piso a quienes siguen proclamando métodos autoritarios de educación ciudadana, pues el efecto es otro, producir ciudadanos intolerantes.
A nadie le gusta que le impongan las cosas, el derecho a ser diferente nos hace obligados invitados a todo lo que contiene propuestas sobre ciudadanía incluyente y las tendencias abiertas en busca de convivencia armónica, donde el sentido común está por encima de mezquindades, es invitarnos a ver la ciudad como proyecto colectivo.