Memoria de un caldense 40 años después de su graduación
El radio que don Carlos Humberto González tiene de memoria no se pausó un solo minuto. Solo descansó unos segundos para tomar aire y seguir deleitándonos con sus experiencias como estudiante del Instituto Caldas, en la época de los 70.
Aunque escucharlo hablar por teléfono puede remover las fibras nerviosas, otra cosa se encuentra al ver al hombre robusto, de voz gruesa y de gruesas carcajadas.
Antes de preguntarle por qué se sentía orgulloso de ser caldista, dijo que primero debía aclarar que “el colegio Caldas de su época no tenía puertas, era abierto e invitaba a la libertad del estudiante siempre”.
Y continuó mencionando a don Carlos Gómez Albarracín, la eminencia de rector que les hablaba con firmeza pero siempre invitando a la responsabilidad de asumir la libertad que en el plantel se brindaba.
Sacó entonces de su lista de recuerdos a profesores que dejaron huella por su intachable vocación: Juan de Dios Martínez (Q.E.P.D.), Carmelo García, el padre Blass Blanco quien no dictaba religión sino sociología y Ángel Emiro Rodríguez quien fue profesor durante 48 años… “estos personajes tenían su forma de ser y su forma de guiarnos pero ninguno fue represivo, no gritaban ni maltrataban”.
“… Y cómo no mencionar a Atahualpa Ibarra, quien todavía es profesor de educación física y todavía corre 20 kilómetros todos los días… Nos ponía a dar la vuelta a la loma, a bajar por Terrazas y él se iba con nosotros… es un toro”.
Niños y niñas
Entre los temas que más recuerda es el escepticismo con la sexualidad, pues si no fue el primero fue de los primeros colegios mixtos de Bucaramanga.
Era tan marcado que había un patio para hombre y otro para mujeres y a las niñas las sentaban adelante y a ellos atrás.
…Y en las clases de anatomía que dictaba el ilustre Juan de Dios explicaban todo hasta que la descripción del cuerpo llegaba a la cintura. En ese momento se salían los hombres junto a su profesor y entraba una profesora para explicarles a las niñas el funcionamiento del aparato reproductor femenino. Luego los niños entraban, ellas salían y el docente hacía lo mismo pero con el aparato reproductor masculino.
Pero a ellas, las pocas que desfilaban en el colegio, las recuerdan con cariño y quisieran volverlas a ver: Marta Blanco, Maritza Puyana, Magdalena Moreno, “la gorda María Inés Mantilla como le decíamos de cariño”, Ayda Barón, Elsa Patiño, las hermanas Barrera Giomar y Patricia, “todas bellas mujeres”.
Llegaron Los Beatles
Fue un colegio que vivió la arremetida de la explosión de libertad creada en los años 60 con Los Beatles, los mayores revolucionaros de la historia, después de ellos todo cambió: las costumbres, el sexo, el vestuario, la forma de amar… y eso lo vivió también Carlos González.
“Me acuerdo que en las clases de dibujo técnico que eran en silencio, pedimos permiso para poner música rock, entonces llevamos un tocadiscos y poníamos música rock mientras hacíamos las planchas. Por esa época pocos teníamos acceso a ese tipo de música, los que iban a USA traían algunos discos, sin embargo con el tiempo uno fue llenando la biblioteca y puedo sostener hoy que todavía los conservo, la colección es inmensa”.
También vivieron la llegada del jolgorio de la marihuana, pues como muchas estrellas de rock empezaban a utilizarla apareció también en el colegio.
“En sexto bachillerato habíamos 4 o 5 con el pelo por los hombros pero como nos conocían por deportistas, el rector me llamó a mí, a Humberto Latorre y a otro que creo que era Roberto Serpa para que le ayudáramos a ubicar un tráfico de marihuana que había destetado en el colegio… y en tres días cogimos la banda y los sacaron a todos”.
Sí, en el colegio era permitido tener el cabello largo “desde que uno no le hiciera daño a otro podíamos tenerlo… eso sí, bien limpio”. Y tampoco había normas como el uso del uniforme, bueno, para los hombres porque ellas sí tenían uno… pero no con la medida estricta de los 5 centímetros bajo la rodilla.
Amigos de música y más
Y el rock, la salsa y el fútbol unían vidas y creaba amistades, como la que tuvo con Ernesto Acosta (Q.E.P.D.), Roberto y Gonzalo Serpa, Carlitos Montilla, Gilberto y Raúl Camargo, Carlos Alberto Otero (Q.E.P.D.) y el flaco Quintero Puyana, entre otros.
Eran tan fanáticos al rock que con sus pantalones bota campana de 40 centímetros con tela de colchón (que ellos mismos compraban y mandaban a confeccionar) se atrevieron a montar una banda de rock.
“Nos presentábamos en el colegio, cuando las mamás de uno de nosotros querían reírse nos pagaban por tocar y cuando alguien quería que la novia lo terminara… ¡claro, a quién le va a gustar una serenata de rock y en inglés, o silbando una canción, a nadie! Y con el ruido que hacían los amplificadores de las radiolas viejas de las casas de nosotros. Obvio que los echaban luego de eso… ja ja ja era una manera sutil de terminar con la novia”.
Amalgama social
Los hijos de familias de estratos 5 y 6 no eran los únicos que entraban al Caldas.
El colegio fue fundado por personajes locales como don Armando Puyana, don Eduardo Rueda Clausen y Alejandro Galvis Galvis quienes con el ánimo de que los hijos de los liberales tuvieron un colegio, entregaban becas.
Por eso era normal ver a gente de cuarto bachillerato llegando en carro último modelo y otros que llegaban sudados, a pie… porque no tenían para el bus. Unos que iban a almorzar a la casa y otros con el portacomidas en la mano.
Daban ejemplo porque siempre fueron muy buenos estudiantes.
El exalumno caldense recuerda cómo don Carlos Gómez Albarracín les reprendía: “Mire a este, no tiene con qué pagar y va bien y usted que su papá le da todo se va a dejar ganar… acaso usted es más bruto?…” y por eso recuerda mucho a Gonzalo Sandoval que vivía en Campo Hermoso y caminaba hasta el colegio… “¿Qué tiene Gonzalo que usted no? Si no puede pues dígale que le enseñe… y así aprendimos a ser lo que hoy con orgullo somos: caldistas”.
Definitivamente, «Los Años Maravillosos», con los profes Quiroga, doña Eugenia, Gilberto Serrano, doña Alicia, doña Anita, Irma, Hijuelos, el gordo Vesga, Carmelo, Mojica, «Cebollita», Bermúdez, Atahualpa, comapañeros amigos del alma como Toscano, Lasso, Camargo, Tiberio, Castillo, González, Pérez,Rodríguez, Prada, niñas lindas como Betty, Mónica, Stella, Gloria, Carmen Lucía, Elizabeth, miles de nombres y apellidos que vibran en mi Corazón. Ojo: No somos Caldenses, somos Caldistas.
ESOS RECUERDOS SON MUY ALEGRES Y A SU VEZ TRISTES, SE DEVUELVE A LA EPOCA Y LA SIENTE COMO AYER. HACE FALTA ESTOS MOMENTOS VIVIDOS POR MUCHOS COMPAÑEROS, QUE VIVIMOS EN EL INSTITUTO CALDAS … MUCHAS GRACIAS