José Manuel Flórez, músico con manos de barista
José Manuel Flórez Alviar se estrena como empresario y lo hace desde un campo en el que pocos se han arriesgado a hacerlo aún teniendo tanta tela para cortar: el café.
Lleva varios meses preparándose para abrir las puertas no solo de un espacio donde una taza de café sea el centro de atracción, sino donde fluyan la cultura y el arte.
El primer paso lo dio en Bogotá, donde hizo en curso de barista, que lo convierte en especialista en la preparación del café.
Aunque esta profesión lleva alrededor de 10 años ofreciéndose en el mundo, en Colombia, país pionero en producción de este grano, se empezó a hacer hace 5 años.
Pero lejos de darle uso a la máquina expreso que importó desde Italia, la que se encarga de extraer el concentrado, el espíritu del café, su talento como barista va más allá.
“Se aprende todo lo relacionado al café: desde que se recoge el grano hasta que se lleva a la taza. La misión del barista es darle honor a todo ese proceso que conlleva el café y por cuántas manos tiene que pasar para que llegue a la mesa”, explicó el joven de 29 años y músico de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Unab.
Y ¿cómo lo hace? Poniendo en práctica conceptos básicos como el cuidado del café, saberlo escoger granos grandes bonitos y enteros (los propios para estas máquinas); saber a qué temperatura se trabaja, saberlo servir y tener presente las combinaciones exactas para no dañar su aroma y salor.
En otras palabras, en las manos del barista está la responsabilidad de darle olor a esa taza de café que muchos degustan en una sala o una plazoleta de un centro comercial.
Y en esas anda José Manuel quien junto a su hermana María Constanza montó la sociedad en la que el café sea el punto de partida para las expresiones artísticas.
“Es para que músicos, artistas, filósofos y poetas tengan un sitio de encuentro y hagan debates de temas en común. Si es músico puede venir a tocar, si es poeta venir a declamar… que la gente venga y saque lo que tiene, porque el café tiene esa cualidad de aflorar las palabras”.
Además de haber estudiado todo lo relacionado al café, José Manuel también aprendió el arte latte que es el especializado en hacer figuras manuales sobre la espuma que brilla en la taza del café.
“La leche que se evaporiza en la máquina y saca espuma; se vierte el café y con esa espuma se pintan las figuras”, explicó.
Finalmente, el nuevo comerciante de la ciudad invitó a sus coterráneos a enterarse y valorar el hecho de estar en tierras productoras de este grano y a conocer su historia… porque en Santander se hizo y se hace buen café.
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