Un retratista el verraco, ese es Carlos Eslava
Sentado en una silla que luce pequeña para su cuerpo Carlos Eslava va relatando parte de sus vivencias con una cámara al hombro.
Por su lente han pasado presidentes de la República, futbolistas, cadáveres, pájaros, media sociedad santandereana, prostitutas, guerrilleros, reinas, puentes, paisajes…
Su afición por la fotografía nació de forma casual cuando en un café de Socorro conoció a Gustavo Molina, uno de los mejores fotógrafos del país, quien a su vez era ayudante de Leo Matiz, considerado el padre de la fotografía en Colombia.
De aquella época han pasado casi cincuenta y cinco años en los que no ha parado de retratar la realidad de los santandereanos.
Ha trabajado para Vanguardia Liberal El Espectador, El Tiempo, revistas, empresas privadas y para sí mismo, porque desde muy joven ha tenido su propia empresa.
Su voz suena fuerte adonde llega y su caminar es lento, aunque suficiente para mover sus más de cien kilos.
Nació en Pamplona, vivió en Onzaga, trabajó en Socorro y se radicó en la capital santandereana, luego que motivos económicos lo hicieran declinar su aspiración de ser mecánico dental.
Con quinto de bachillerato debió dejar el estudio y ponerse a trabaj
“De carambola y tomándome una cerveza conocí a Gustavo Molina, quien había montado un estudio en Socorro y sabiendo que yo necesitaba trabajo un día me dijo:
– ¿Por qué no va a mi taller?
Ahí aprendí el oficio. Duré dos años mirándolo trabajar como retocador de fotos”.
En 1955 le llegó el turno de hacer su primer retrato, cuando Esperanza Gallón Domínguez, señorita Santander, hacía su arribo a la ciudad con el cetro de Señorita Colombia.
En medio de una huelga de los fotógrafos a la reina por un desplante de esta, Eslava tuvo que conformarse con algunas imágenes… de la virreina.
La lengua lo rajó de periodista
Carlos Eslava se confiesa amante del periodismo.
Desde joven seguía de cerca el acontecer nacional en los medios de comunicación.
“A mí me gustaba el periodismo desde estudiante, pero tengo un problema para escribir porque como soy tartajo, no pronuncio la z ni la r, no distingo las tildes, no sé cómo se escribe caballo, entonces dije: ‘yo fracaso en esa joda’”.
Por eso prefirió plasmar realidades a través de la cámara con todos los inconvenientes que pueden surgir cuando se dedica a una profesión como esta.
“La primera foto que me encomendaron para Vanguardia fue de una corrida de toros, pero con la mala fortuna que ese día se me dañó el rollo. Sin embargo, luego hice una foto de Sinisterra del Atlético Bucaramanga en una atrapada que fue primera página”.
Así fue abriendo las puertas en los medios de comunicación.
‘Víctimas’ de su flash
Trasegar por la vida con cámaras, trípodes, flashes, le ha permitido conocer a muchas personas y estar en eventos importantes, aunque en ocasiones con vicisitudes
“La primera gran cosa que hice fue la posesión de Alberto Lleras (1958). Fui uno de los pocos invitados al salón elíptico y recuerdo que periodistas extranjeros y nacionales me decían que con esos equipos que yo tenía no podía tomar las fotos”.
Dada la exclusividad del evento, varios de ellos le proponían al provinciano Eslava que cediera la invitación, pero Eslava tenía su luz que lo iluminaba.
“Ese año y con ese evento se estrenó en Colombia la transmisión en directo por televisión, por eso el salón estaba lleno de luces que fueron las que me sirvieron de flash para hacer mis fotos”.
“Otro día fui a la posesión de Augusto Espinosa Valderrama. Yo llevaba un flash de esos grandes que tenían un bombillo gigante. ¡Hijuemadre! y justo en el momento de la firma ¡pum! se me explotó el bombillo… eso parecía una bomba. Cundió la alarma de un atentado a Augusto”.
Cendales fue su primicia
Alberto Cendales Campuzano, teniente del Ejército que el 2 de mayo de 1958 intentó dar un golpe militar y que luego fue acusado de asesinar a varios agentes del DAS, fue el protagonista de su primera gran chiva
“Don Alfonso Cano de El Espectador me llamó y me dijo: ¡Capturaron a Cendales!, coja un taxi y váyase a hacer las fotos”.
Con la ayuda de un amigo del DAS el inquieto reportero pudo llegar hasta la guarnición militar donde estaba el acusado y se sorprendió al verlo sin esposas, armado y jugando billar.
“Cuando Cendales venía de regreso yo fui el único que pudo estar cerca cuando subía al avión. Él me miró y me dijo:
– ¿Usted para qué medio trabaja?
– Yo le dije:
– Para Vanguardia Liberal y para El Espectador.
– Entonces me contestó:
– Dígales a esos hijueputas que cuando salga los voy a matar.
Alberto Cendales murió en 1976.
‘Esa chiva se me jodió’
Pero si la historia de Cendales fue primicia nacional, hubo otros hechos que dejaron a Eslava a un click de ser noticia mundial.
Con el surgimiento en Colombia de grupos guerrilleros como el Eln comenzaba una nueva era de conflicto, tomas a municipios y ataques.
Por cuestiones laborales Carlos Eslava tuvo que viajar a El Carmen, Santander, bastión de la agrupación guerrillera.
Pasó a dos metros de la tumba donde estuvo sepultado temporalmente el cura Camilo Torres, líder del Eln, y fue invitado a conocer un campamento guerrillero.
“Nunca nadie había estado con ellos, lo que constituía una primicia mundial. Era el primer movimiento guerrillero después de la revolución cubana, y la idea era tomar fotos de cómo vivían, qué comían, cómo dormían.
“Yo le eché cabeza. Sabía que si tomaba esas fotos me tocaba publicarlas en un periódico internacional porque aquí me echaban a la cárcel”.
Finalmente tomó la decisión de acudir a la cita, pero para su desgracia o fortuna esos días se realizaba la posesión del Presidente Misael Pastrana Borrero (1970), lo que llevó a que el Ejército copara la zona.“Los muchachos me mandaron a decir que era peligroso, que podía haber enfrentamiento y que ellos podían huir en cualquier momento, pero que yo me podía morir. ¡Ahí se me jodió la chiva!”
Las ratas de la plaza
Cada foto con el sello Eslava tiene una historia, una huella, algún recuerdo.
Sin decir una palabra ha tenido que dar buenas y malas noticias a los santandereanos, en algunas ocasiones hasta conmocionar la ciud
“Una vez fui al matadero a ver cómo era que mataban el ganado, y un tipo me dijo: ‘Eso no es nada, váyase para la plaza central’. Llegué allá de madrugada y encontré miles de ratas encima de la carne. No dejaban ni descargar cuando ya estaban encima mordiéndola. Hice varias fotos y publicamos el reportaje un domingo”.
El fotorreportaje fue un escándalo. Ese día y los siguientes nadie comió carne en Bucaramanga.
El Eslava de hoy
Tras muchos años de fotografiar el acontecer local y nacional, Carlos Eslava encontró otra pasión: la fotografía urbana y paisajística.
Un norteamericano residente en Bucaramanga lo ‘empujó’ a descubrir este nuevo arte.
“Él trabajaba con una institución de la ciudad y cada vez que se tomaba unos whiskys me mandaba a recoger en helicóptero lo que me permitió hacer las primeras tomas aéreas de la ciudad”.
Esas imágenes de los años 70 las ha revivido treinta años después y plasmado en varios libros que completan una docena dentro de su colección.
Pese a que buena parte de su historia fotográfica se perdió en un trasteo, Carlos Eslava aún conserva la mejor colección de imágenes del último medio siglo de Bucaramanga y Santander, lo que se convierte en un verdadero patrimonio.
Un merecido homenaje, a un gran hombre que ha hecho historia en Santander, gran amigo de mi padre (QEPD), mis respetos Don Carlos Eslava.
Gracias por el aprecio, para Carlitos que murió sin pensar en la muerte… con cientos de planes por realizar y haciendo lo que amaba hasta minutos antes, hacer foto.
Será tan «verraco» mi querido Carlitos que va a seguir dando lora con su cámara por mucho tiempo… se le quedaron la mitad de las historias por contar.
Si, cientos de historias que nos falta memoria para quienes las escuchamos de su boca.. incansable Carlitos.
Que buen personaje, como SANTANDEREANO, me siento muy orgulloso que amigos de santander hayan llegado a esta tierra de gracia y bendita por su creador y hayan plasmado estas historias que hoy en dia nos ORGULLECEN.. DIOS LO SIGA BENDICIENDO.