“Un barrio no muy tranquilo”
Llegué a la ciudad a vivir en el barrio El Jardín bajo desde febrero de 2011 y he visto algunos inconvenientes, pues no es tan tranquilo como dicen.
En la parte nororiente hay restaurantes que poco a poco han ido promocionado sus espectáculos en cualquier día de la semana, tanto que en varias oportunidades he tenido que llamar a la línea 123 para que intervengan y les hagan bajar volumen a la estruendosa música.
Otro aspecto que verdaderamente me parece muy difícil de comprender es por qué las autoridades de la ciudad no se inmutan o peor aún dan el permiso sin ningún control para que constructores de edificios de los sectores aledaños retiren escombros y lleven materiales a sus obras sin control alguno en el peso de los vehículos.
Recientemente una firma contratista realizó un reparcheo desde la entrada principal de la Unab hasta la calle 56 con carrera 36.
Este trayecto se deterioró en aproximadamente 4 meses, como soy residente del barrio pude constatar cuando levantaron la capa asfáltica deteriorada que su espesor en promedio es de 5 centímetros en un terreno muy húmedo.
Esto es fácil de verificar porque aún hay algunos segmentos de pavimento tirados a la orilla de la carretera (Iglesia del Espíritu Santo) por su espesor fácilmente puedo deducir que esta carretera es para vehículos livianos.
Estoy seguro que si le pusieran algún tipo de control al tránsito de trompos mezcladores, volquetas o tractocamiones cargados y restringieran el tránsito a vehículos de máximo peso (de más de 5 toneladas) se evitarían tragedias inimaginables y por supuesto las arcas de la ciudad se ahorrarían buen dinero.