«Yo estuve cerca al Papa, hace 25 años»
El 6 de julio de 1986, el Papa Juan Pablo II visitó Santander, en un viaje de unas cuantas horas que conmocionó a la comunidad bumanguesa.
Su visita se inició con la llegada al aeropuerto Palonegro, luego almorzó en el Seminario Mayor de Floridablanca y posteriormente realizó un recorrido en el ‘Papamóvil’ por toda la autopista hasta llegar a la Ciudadela Real de Minas.
Allí, en un templete acondicionado y bajo estrictas medidas de seguridad, el Sumo Pontífice hizo su homilía ante miles de personas.
Gente de Cabecera dialogó con cuatro personas que vivieron en carne propia y desde diferentes actividades esa experiencia.
‘Él no pensaba venir’
Monseñor Héctor Rueda Hernández fue el encargado de la visita de Juan Pablo II a Bucaramanga. Era, en ese año, Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.
“Él no tenía previsto venir a Bucaramanga, la visita era de cinco días, pero se agregó un sexto día para que todo el nororiente pudiera verlo.
“Fue muy cortés, vino a almorzar al seminario.
“Llegamos como a las 11 a.m. en medio de un aguacero.
“El no era muy conversador en esas horas del almuerzo.
“A mí me tocó hacer el saludo de la Diócesis y de la comarca, y en medio de todo y del aguacero, él decía: ‘Hay mucha gente, mucha gente’”.
‘Yo comulgué con el Papa’
Rafael Eduardo Orduz Pico, tuvo el honor de recibir la comunión del Santo Padre.
“Hace 25 años me desempeñaba como Secretario de Salud municipal y hacía parte del comité logístico de la parte médica del Papa.
“En esa época me diagnosticaron un cáncer de mediastino, razón por la cual me retiré del grupo logístico, para recibir tratamiento.
“A mi regreso el Dr. Virviescas y Monseñor Héctor Rueda me seleccionaron junto con mi hija Andrea, para recibir la comunión con el Papa.
“Recuerdo que ese día nos recogieron en el carro de la Secretaría de Salud municipal y cuando llegamos al templete nos ubicaron en el sito destinado para las personas que iban a recibir la comunión de manos del Santo Padre. A mí me ubicaron en una zona y a mi hija en otra.
“El Papa Juan Pablo II inspiraba ternura y tenía un carisma muy especial, que me produjo una sensación de tranquilidad impresionante, en medio del momento difícil que estaba atravesando por mi enfermedad.
“Para mí fue una experiencia única e inolvidable el haber podido recibir la comunión de manos del Santo Padre en mi ciudad natal”.
‘La foto que no tuve’
Andrea Orduz Galvis estuvo a escasos centímetros de Juan Pablo II; sin embargo, pese a recibir la hostia de su mano, no pudo obtener la foto del recuerdo.
“Yo estudiaba en la Quinta del Puente. Un día mis papás me contaron que iba a hacer la Primera Comunión con el Santo Padre y comencé una preparación especial.
“Ese día llegaron a peinarme y arreglarme muy temprano y toda mi familia estaba reunida, incluso algunos vinieron de Bogotá.
“Ya en la ceremonia yo estaba lejos del Papa, nos sentaron en una zona especial y con vallas nos separaban: a un lado los que iban a comulgar y a otro los que íbamos a hacer la Primera Comunión.
“Fue una ceremonia normal, como una misa, con gente de logística y la Cruz Roja.
“Cuando llegó el momento nos pararon y nos hicieron hacer una fila. Éramos más o menos veinte niños y yo era la más chiquita de todos.
“Subimos unas escaleras y nos iban guiando por dónde debíamos caminar. Ya cuando llegó el momento sentí un susto grande, no sabía qué hacer en el momento de tenerlo al frente.
“Vi una persona muy tierna, con una gran expresión en los ojos. En ese momento no dimensioné lo importante que era y lo bendecida que fui.
“Lo malo fue que cuando fui a recibir la comunión al fotógrafo que tenía al lado mío se le acabó el rollo de la cámara y cuando el de la fila de los niños iba a tomar la foto, un niño se volteó a mirarme y me tapó”.
El lienzo gigante que se extravió
Tres meses, 20 lápices y 5 cuñetes de pintura, gastó el maestro santandereano Omar Mateus en la realización de la más majestuosa obra artística de Juan Pablo II.
Un lienzo de 17 metros de alto por 10 de ancho, el más grande realizado por lo menos en Colombia y del tamaño casi de un edificio de cuatro pisos, se exhibió durante la visita papal en la Ciudadela Real de Minas.
“Había que hacerle un homenaje al Papa, algo representativo y por eso un año antes de la visita se me ocurrió la idea de pintar un gran lienzo”, recuerda Omar Mateus.
El maestro había visto una imagen del Sumo Pontífice con los brazos abiertos como en señal de bondad que le gustó y que tomó como referencia para su obra.
Pero dada la magnitud del proyecto no había dónde hacerlo con comodidad.
Con la ayuda de Orlando Morales, tuvo que recurrir a la sala de exposición de la Biblioteca Gabriel Turbay, para hacer el dibujo, en el cual tardó una semana.
Luego, los seis rollos de lienzo de 1,80 por el largo que debió comprar fueron unidos con máquina industrial, fondeados y templados.
Vino entonces la utilización de la pintura que obligaba a enrollar la tela para hacerlo por partes y luego tratar de empatar los colores de la mejor manera.
Lo primero que se pintó fue la cara, luego la sotana y así poco a poco hasta llegar al final.
Tres días antes de la visita, el gigantesco lienzo se instaló en un lugar cercano al templete donde estaría el Papa, quien, al igual que los miles de fieles que asistieron al evento, lo podía observar desde su sitio.
Con grúas y postes de cemento fue sostenido y tuvo que soportar fuertes vientos y lluvia.
Al final, el gran retrato de Juan Pablo II se exhibió con orgullo ante el mundo entero.
Terminada la visita del Papa la obra fue retirada, guardada en una bodega y desde aquel entonces nadie sabe dar razón de ella.
Yo le obsequié una CRUZ al Papa. Ver nota en vanguardia del 3 de julio de 1.986
Maestro Omar Mateus
Creo saber donde se encuentra su obra del Papa. Esta en una tienda, restaurante ubicado frente a la Clinica Comuneros, entrada por urgencias. Pregunte por la familia Pedroza. Suerte.