¿Cuándo le pondrán control al consumo callejero de licor?
La medida tomada por el gobierno de Bogotá en torno al control de expendio y consumo de licor pasadas las 11 p.m. debería servir de ejemplo para el área metropolitana de Bucaramanga.
Pese al rechazo entendible que ha tenido en algunos sectores de la capital como negocios de tejo o billares, el fondo de la decisión es bastante sano.
Y si bien es cierto que no va a acabar con el alcoholismo que ha penetrado en los jóvenes, ni va a cortar de un tajo los accidentes por borrachos en las vías, sí es un mecanismo para una convivencia mejor.
Los casos que vemos en nuestra área metropolitana de Bucaramanga y que tienen que ver con borrachos, drogadictos y desadaptados ha tomado ya ribetes inconcebibles.
El bar abierto en el que se han convertido hace varios años nuestras calles, parques y zonas comunes, está arrinconando a las gentes de bien y les ha dado permiso a los bandidos para hacer sus fechorías.
La palpable situación que se vive en parques como Las Palmas y denunciada por los mismos comerciantes de la zona, debe obligar a las autoridades a tomar cartas en el asunto.
La permisividad actual con la venta y consumo de licor en las calles nos está llevando a situaciones insospechadas como peleas, robos, atracos y hasta sexo al aire libre.
No es difícil poner control. Simplemente se necesita voluntad y una campaña fuerte de concientización y vigilancia.