Gustavo Aponte: “Qué dicha ser padre y abuelo”
Dedicación, no solo con su negocio donde se refleja el esfuerzo de su trabajo, sino con su familia.
Son ellos la razón de vivir de Gustavo Aponte Osorio, el hombre que hace 40 años tomó las riendas de Santur, una de las empresas de turismo más destacadas del oriente colombiano.
Sin embargo cumplir con esta tarea no ha sido fácil. Agradece a Dios cada que puede por haberle permitido tener a su lado a su esposa y sus hijos, quienes han sido claves a la hora de hablar del negocio familiar.
Maravillosa. Con esta palabra define este socorrano a su esposa Alicia, quien además ha sido, es y será “el alma, el nervio y la razón de ser de nosotros”.
A ella, a sus conocimientos en el área de la empresa turística, a su labor como madre formadora y a la mujer trabajadora le debemos todo en esta empresa.
Luego, separado por un leve suspiro, siguió con la lluvia de elogios, esta vez para sus tres hijos.
“Es la bendición más grande del Señor, que hayan decidido vincularse en la empresa. Pudieron hacer otras cosas pero están acá. Es una bendición porque si ellos no hubieran estado esto no estuviera tan bien”, dijo con la emoción que le embarga ser padre y abuelo al tiempo.
Ese es un capítulo aparte, el hecho de ser amado, consentido y querido por los hijos de sus hijos.
“Tengo un nieto de 5 años y medio, y una niña de 21 meses; otro hijo tiene una niña de 15 años y viene otro en camino. Ellos son la continuación de la vida. A esta edad ellos llenan muchos espacios y nos permiten hacer lo que no pudimos con nuestros hijos, por cuestiones de tiempo en el trabajo. Es una dicha completa ser abuelo”.
Laboriosidad por siempre
El pasado 9 de febrero cumplió 72 años y sigue más trabador y viajero que nunca. Sus bases académicas han sido su fuerte, sobre todo desde el colegio, pues contó que en 1962 se graduó bachiller con honores por mejor estudiante de su colegio.
Es para esa época sin embargo, en la que tiene que dejar a un lado sus planes universitarios para dedicarse a tomar el timón de su familia, pues su padre fallece (y ya era huérfano de madre desde los 10 años). Como algunos de sus hermanos ya habían partido a hacer sus vidas y una de sus hermanas ya había conformado su hogar, siguió con la responsabilidad de cuidar lo que dejaron don Samuel Aponte y doña Bernarda Osorio.
Entonces no vaciló en organizar sus cosas y radicarse en Bucaramanga, donde empezó a trabajar como profesor de primaria en un colegio del norte de la ciudad.
Luego estuvo en Hipinto durante dos meses como asesor de ventas y en 1966 adelantó dos semestres de ingeniería industrial, carrera que no pudo continuar por cuestiones de salud.
Pero no hay mal que por bien no venga, como dicen por ahí, y en ese año su “vida se partió en dos”, como él mismo lo dice. En 1966 se vinculó a Avianca.
“Allá conocí todo lo de mi trabajo, me relacioné y encontré a la mujer de mi vida”.
Cuando en 1970 ya eran dueños de la mitad de Santur, 50% que les vendió el anterior dueño Hernando Galvis, llegaron sus hijos: Héctor Enrique, ingeniero de sistemas y gerente general, incluida la oficina de Cabecera, Juliana encargada de la sucursal en Bogotá, y el menor Carlos, que decidió ser piloto, oficio que desempeña en Avianca.
Hoy, después de 42 años de feliz matrimonio, don Gustavo y doña Alicia no vacilan en asegurar que viven tranquilos.
“Ser padre es algo que no tiene precio, no tiene valor, no imaginan lo maravilloso que es un ser de ellos en la vida. Esa la razón de ser de uno, es lo más hermoso que puede existir. Nos ponemos quejarnos de nada porque no nos hace falta nada: tenemos la dicha de tener tres hijos buenos, sin vicios, trabajadores, responsables. Hemos viajado y conocido. Hemos sido y somos felices”, concluyó.