Un educador multifacético
El docente como agente dinamizador-social, debe ser una persona abierta, serena y muy tolerante, que asuma ante sus alumnos el papel de mediador y consejero, que domine la ciencia y las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), que sea un buen pedagogo, que tenga capacidad para el trabajo en equipo, que sea capaz de orientar bien los procesos de aprendizaje, y que tenga un alto grado de adaptabilidad a las situaciones conflictivas y cambiantes en el aula y en el contexto social.
Y sobre todo, debe poseer tres cualidades muy importantes: la ejemplaridad, la autoridad moral y la madurez afectiva.
A su vez, una misión prioritaria de la escuela es facilitar al educando, la capacidad de reflexión crítica y ayudarles a formar un criterio de pensamiento que les permita tomar posiciones ante temas como la naturaleza, la sociedad, la política, la cultura, la tecnología, la religión, su proyecto de vida, el trabajo, etc.
En definitiva, una ventaja de la actividad educativa de los docentes en la sociedad actual es facilitarles el desarrollo autónomo de su capacidad de reflexión y de actuación.
Podemos decir que enseñar y aprender constituyen procesos que interactúan, pero al mismo tiempo se refieren a dos procesos paralelos e independientes que presentan características específicas que los distinguen, tanto la escuela como el docente.
Son consecuencias sociales e influyen decisivamente en la sociedad que estructuran las generaciones futuras.
Es por eso que el educador debe tener ‘ética’ tanto profesional como personal.