Allí estuvo cuatro años estudiando, conociendo y aprendiendo de dicha cultura, en el Ecole du Musée du Louvre. Ese fue el aprendizaje del que años después gozaron sus alumnos de la Universidad Industrial de Santander, Universidad Santo Tomás, Universidad Autónoma de Bucaramanga,Universidad Pontificia Bolivariana, Fundación Colegio UIS y de la Universidad de Santander, donde puso su aporte para el programa de Hotelería y Turismo.

Sin embargo y a pesar de la pasión por la docencia, estuvo en este oficio hasta 2005, cuando murió su hermana y quiso darle otro sentido a su vida. Entonces empezó a pensar en ella y a ofrecer clases a particulares, labor que todavía desempeña con gusto. “Dicto clases en el albergue de las Damas Rosadas. Allí tengo un grupo de pintoras y de artistas independientes que por iniciativa propia quieren enterarse de la historia del arte”, señaló.

La juventud y el arte Mientras acariciaba a Claire, una de sus mascotas y fieles acompañantes en su apartamento, ubicado en Cabecera, la maestra Virginia habló sobre la falta de interés de las generaciones actuales frente a la educación. “La cultura en Santander va por mal camino, el gobierno local no invierte mucho en este tema y por ende a la juventud no le gusta. “Es importante saber cómo surgieron y fueron avanzando las culturas antiguas para saber qué es lo que vemos actualmente. Mucha gente se va de viaje a Europa y visita lugares como la Capilla Sixtina y no tienen ni idea qué están pisando y la importancia de un sitio de esos para esa cultura”. Sobre esta formación en historia cultural, cree que es una cátedra que se debe impartir desde niños, como lo hace la Fundación Colegio UIS.

“Qué bueno sería que los docentes en estas áreas artísticas se capacitaran para poder dejar a las nuevas generaciones este legado. Qué bueno sería que Bucaramanga se culturizara, que leyéramos más y así convertirnos en una ciudad más pacífica”, concluyó.