Aunque por sus manos han pasado maquetas alusivas a fondas paisas, a fincas, a imágenes de la Virgen María cuando era niña, su pasión se aflora al hacer pesebres.No es necesario estar en época navideña para que este santandereano se invente particulares formas de diseñar pesebres, pues lo hace en el transcurso del año.“Este año cumplo 52 años de armar pesebres, no importa dónde y con quién esté, siempre los hago. Esto es una devoción, una fe que se lleva dentro”, expresó. Sus inicios haciendo los bosquejos del nacimiento del Niño Jesús fueron en Medellín, hacia el año 2000. “Para esa época se me dio por hacer uno pequeño y a los dueños del hotel donde vivía les gustó, me dijeron que les hiciera otro y que se los vendiera y la verdad estaba empezando, no sabía hacerlos muy bien, pero me arriesgué y aquí voy”.
Pero su talento, ese que requiere de paciencia y estética, no queda ahí. Lo llevan en su sangre dos de sus cinco hijos. “Hay uno que vive en Pereira y hace cualquier figura que se le pida en plastilina. La otra es Alexandra, quien hace muñecos del estilo de ‘Depredador’ (el de la película) en porcelanicrón. No me gusta mucho ese tipo de imágenes, pero las hace a la perfección y eso es lo importante”. Mientras pasan estos seis meses para que llegue diciembre, Manuel, de manos grandes, nobleza firme y voz melodiosa, seguirá con seguridad no solo elaborando pesebres en miniatura, sino llevando en su corazón ese fervor por el recuerdo del nacimiento del Niño más venerado del planeta.
¿Con qué los elabora?
Nunca ha determinado el tiempo que dedica a una obra, todo depende de sus ocupaciones e inspiración, puede tardar entre una tarde, un día o una semana. “Además es importante que nunca hago un trabajo igual a otro, todos son diferentes, no importa si es el mismo motivo. Cabe recordar que mis obras son simétricas en cuanto al tamaño y volumen de sus elementos, eso es relevante cuando de exponer trabajos se trata”, concluyó.
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