Alberto Montoya Puyana: Ejecutivo, brillante y sensible
Alberto Montoya Puyana tiene tantas anécdotas como cargos desempeñados en su hoja de vida. Ha sido arquitecto, rector, alcalde, senador, gerente, director, y ahora disfruta de otra pasión… ser abuelo. De él se puede decir que es un ejecutivo ejemplar, audaz, servicial, con un gran don de gente, estricto con su trabajo, pero muy amable con quien se le acerca. Tal vez por eso su sonrisa es uno de los gestos que más lo caracteriza.
Su familia y la ciudad son dos aspectos que lo mueven a actuar, a planear y a desarrollar proyectos. Hoy, a sus 65 años, alberto Montoya Puyana repasa desde su sillón de rector de la unab parte de su vida. Recuerda por ejemplo, aquellos años de niño cuando era estudiante del colegio La Presentación.“Éramos los consentidos de las niñas grandes del colegio”, dice, haciendo remembranza de aquellas épocas en las que el colegio quedaba en la calle 37 con carrera 18 y parte de la primaria era compartida por niños y niñas. Su primaria la completó en el colegio divino niño de donde pasó al San Pedro Claver. Con la idea de ser arquitecto se fue a bogotá a estudiar a la universidad Javeriana, profesión que ha ejercido durante su vida de manera intermitente, pues siempre ha sido ‘prestado’ para ejercer otras funciones.
En 1974 tuvo su primer cargo público, cuando el alcalde de la época, Jorge reyes, lo llamó para que fuera el secretario de obras Públicas. “Era un trabajo intenso en el que predominaba la labor de equipo”, recuerda.
Entre lo público y lo privado a partir de ese momento Montoya Puyana empezó a alternar su trabajo entre lo público y lo privado. Siendo secretario tuvo todo listo para ser nombrado gerente de las Empresas Públicas, pero una llamada del entonces Presidente alfonso López Michelsen cambió los planes. El Presidente le pidió que fuera Gobernador de Santander, cargo que aceptó con orgullo y que desempeñó hasta agosto de 1978.
Terminado su paso por el palacio amarillo del parque García rovira, la universidad autónoma de bucaramanga, en esa época constituida como Corporación, requería un rector y lo nombra en ese cargo durante los siguientes nueve años. Eran años en los que la unab tenía cinco programas académicos y no más de mil estudiantes, distinta al alma Mater de hoy que con el mismo rector tiene más de 9 mil alumnos. Construyendo su casa Pese a su desempeño en otros cargos su profesión de arquitecto siempre estuvo presente.
Curiosamente fue el mismo Montoya Puyana el encargado de diseñar el edificio de la alcaldía de bucaramanga, el cual años más tarde se convertiría en se segunda casa al ser elegido alcalde popular. También fue el gestor de lo que hoy es el centro comercial Cabecera ii etapa y su más reciente obra fue justamente la vivienda que hoy ocupa con su esposa Marta Muñoz.
Estos tres escenarios reflejan parte de su personalidad y su gusto por los espacios amplios y bien concebidos. Las vicisitudes de un alcalde En 1988 cuando en Colombia se estableció la elección popular de alcaldes, el nombre de alberto Montoya Puyana empezó a sonar como uno de los aspirantes. Aunque no recuerda exactamente quién fue la primera persona que le propuso lanzarse de candidato, tiene claro que fue un consenso entre empresarios, políticos y representantes cívicos.
La tarea no era fácil pues, aunque tenía el respaldo de personajes como Luis Carlos Galán, alfonso Valdivieso, Horacio Serpa y alfonso Gómez Gómez, debía enfrentarse a un monstruo denominado Confederación Liberal de Santander que en ese momento ostentaba el poder no sólo en el Departamento sino en el país. “Era un riesgo, pero mi forma de actuar y mi pensamiento en torno al proceso de bienestar que quería para la ciudad pudo más”, señala. El camino a la victoria en las urnas estuvo lleno de momentos difíciles en los que incluso llegó a temer por su vida.
“Recuerdo que en una de las manifestaciones algunas personas que estaban en la parte de atrás lograron escuchar a dos personas que decían: ‘es el momento de quebrarlo’ y eso movió al equipo de seguridad y se pudo solucionar la situación”, recuerda.
Fueron meses de intenso trabajo para alcanzar un triunfo por 1.800 votos sobre su contendor político Emilio Suárez Clavijo. Aunque entonces el mandato era de apenas dos años, Montoya Puyana pudo cristalizar buena parte de lo que quería para la ciudad a tal punto que fue elegido el mejor alcalde del país en la categoría de ciudades grandes. Los chichones y la llamada a Uribe Tras su paso por la Alcaldía fue presidente de Camacol y pese a que se había propuesto no volver a aspirar ni siquiera al Concejo, terminó de candidato al Senado de la República sacando la mayor votación liberal en Colombia.
Sin embargo, fue para él la pared más infranqueable que haya podido encontrar en su recorrido profesional. “Llegué con unas ideas claras de ejecutivo que quería implantar para sacar adelante proyectos de beneficio para la comunidad, pero me estrellé de frente y sin casco contra una pared muy dura que me dejó lleno de chichones. La verdad no fue grato ese paso por el Congreso”, admite. En ese momento de su vida su familia había vuelto a Bucaramanga donde habían establecido de nuevo su residencia.
Aspiró de nuevo a la Alcaldía pero esta vez perdió frente a Carlos Ibáñez Muñoz y su servicio a la sociedad se volcó entonces hacia la Financiera Energética Nacional –FEN- por ofrecimiento del Presidente Ernesto Samper.
Cuatro años después quiso retomar sus actividades en la Ciudad Bonita pero nuevamente un Presidente, esta vez Álvaro Uribe, lo llamó para integrar sus filas. “Yo había conocido a Álvaro Uribe en el Senado, fuimos vecinos de pupitre y siendo él gobernador de Antioquia y yo en la FEN nos encontramos como conferencistas en un evento y recuerdo que una vez le dije: ‘Cuando usted quiera ser presidente yo le quiero cargar ladrillos’”.
Esa posibilidad se cristalizó tiempo después cuando Uribe se lanzó de candidato y Montoya Puyana se convirtió en su escudero en Santander. Ya en el gobierno le prestó sus servicios al país como presidente del IFI y luego en el Banco Granahorrar. Un abuelo alcahueta Hace un poco más de dos años Alberto Montoya es de nuevo rector de la Unab. Su familia creció y sus hijos Juan Felipe, Sofía Cristina y Juliana, se hicieron padres de familia y le han entregado cinco nietos.
Al lado de su pasión por el golf, que lleva en la sangre hace más de 30 años, sus nietos se han convertido en la mayor alegría de sus días.
“Me sé la enciclopedia del ridículo y la aplico de manera perfecta. Incluso creo que le he agregado fascículos. Eso de hablar enredado y botarse al piso es para mi ya algo normal”, sostiene con su rostro radiante. Ese plan de abuelo es el que más disfruta hoy. “A mis hijos traté de educarlos bien, pero el papel de abuelo es mejor, es el de malcriarlos, ¡que los eduquen los papás!”.
con todo respeto doctor alberto montoya,usted es el claro ejemplo de que desde las altas esferas sociales y politicas(a las cuales usted pertenece) se pueden hacer muchas cosas importantes para beneficios de muchos, que dios lo bendiga doctor…
Doctor Alberto mis respetos mil gracias por toda su excelente labor en Pro de todos