La particularidad detrás de la historia de La Floresta
Por: Edward Grimaldos Gómez
Sobre el famoso cerro de Pan de Azúcar que demarca el inicio de la imponente vegetación de los Cerros Orientales que rodean la Ciudad Bonita, se levanta La Floresta, un barrio de arquitectura moderna entre el que se destacan algunos de los primeros edificios que se construyeron en este sector de geografía empinada.
Aunque muchos habitantes de Bucaramanga lo consideran el hermano gemelo del barrio Terrazas por su cercanía, la historia sobre su construcción tiene un rumbo diferente, en la que confluyen variedad de versiones.
De acuerdo con algunos de los residentes más longevos de este vecindario, la construcción de las primeras viviendas se dio a inicio de la década de los años 70, justo casi 10 años después de la conformación de Terrazas, en los terrenos que eran propiedad del Fondo de Empleados de Ecopetrol, Cavipetrol.
“Esos lotes eran de Cavipetrol. Aquí iban a construir una urbanización para los empleados del fondo. Sin embargo, en esa época se rumoró que hubo una crisis financiera que los obligó a vender estos terrenos a personas particulares, echando para atrás el proyecto”, comenta Enrique Serrano, uno de los residentes más antiguos de La Floresta.
Una decisión que varias personas aprovecharon para adquirir un lote y construir algunas casas que posteriormente venderían a muchos de los que en la actualidad son los habitantes de esta urbanización.
“Recuerdo que Cavipetrol hizo una feria para vender los lotes. Creo que el metro cuadrado costaba $1.500, en mi caso terminé pagando $1 millón 50 mil por el terreno donde construimos nuestro edificio familiar”, agrega Luís Mogollón, quien lleva 30 años en el barrio La Floresta.
Por su parte Enrique Álvarez, quien llegó a vivir al barrio en 1974, recuerda que le compró su casa terminada a un amigo suyo para el que trabajaba.
“Yo soy veterinario y para esa época yo le daba asesoría a Antonio J. Moreno, quien adquirió un terreno donde construiría tres casas. Me dijo que me vendía una y que le ayudara a vender las otras dos, es por eso que mi casa y las dos de enseguida se parecen mucho”, señala Álvarez.
Una historia similar sucedió más de 10 años después con la vivienda en la que reside don Enrique Serrano.
“Recuerdo que en la década de los 80 le compré la casa a un señor que se llamaba Solón Díaz por $9 millones. Él había comprado cinco lotes para construir varias casas junto a su yerno; inicialmente construyeron tres y yo compré una de esas”, complementa Serrano.
Este método particular de construcción estuvo marcado por los gustos y necesidades propias de cada dueño, haciendo que la totalidad del barrio no se levantara al mismo tiempo.
“Las casas no se construyeron en ningún orden. Es decir, a medida que la gente iba comprando iba construyendo. Algunos compraron el lote para edificar su propia vivienda, mientras que otros compraron terrenos más grandes donde construyeron varias casas y las vendieron, es por eso que si uno se pone a detallar hay pequeños grupos de casas que son iguales”, explica Antonio José Rendón, actual presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio.
«Desde siempre, la Floresta ha sido un buen vividero. Por eso los vecinos nos preocupamos por seguir haciendo de este barrio el más bonito, tranquilo y seguro de la ciudad», Luís Mogollón.
Los atractivos de La Floresta
La tranquilidad, el buen clima y la vegetación que lo rodea fueron los principales atractivos que atrajeron a quienes hicieron de La Floresta su nuevo hogar.
“Yo llegué al barrio junto con unos hermanos y mi papá, porque acá ya vivía una hermana y cuando la visitábamos nos enamoramos de la tranquilidad. Así que compramos el lote e hicimos el edificio Sandalo II, una de las primeras torres familiares de este barrio”, agrega Mogollón.
Otro atractivo fueron las amplias zonas verdes que duranre años se constituyeron alrededor de las primeras casas, pues se convirtieron en escenarios perfectos para que los niños de la época jugaran en ambientes naturales.
“Recuerdo que en lo que hoy día es la carrera 49 había una piedra gigantesca, ese era el punto de juego de muchos niños, entre esos mis hijos”, comenta Enrique Serrano.
Asimismo, los vecinos relatan que era frecuente observar gran variedad de animales rondando las casas gracias a la vegetación que se abre paso alrededor del barrio.
“Una anécdota muy particular fue el día que uno de mis hijos aún siendo muy niño, se dio cuenta de la presencia de una culebra en nuestro edificio. Nunca supimos cómo entró, pero eso era producto del ‘monte’ de los lotes de alrededor”, recordó Mogollón.
Varios hechos importantes han marcado los 50 años de existencia de este vecindario, entre los que se destacan la apertura de la salida sur del barrio que da a la carretera antigua, así como la canalización de la quebrada La Flora que dio inicio al parque La Flora.