Otras formas de agresión
Paola Bernal León / Editora Gente de Cabecera
Pareciera una simple situación propia del caos que produce la conducción en una ciudad que vive a diario embotellamientos, sumado a los altos grados de calor, que pone a más de una persona irritada. Pero no, en esta oportunidad hay una agresión de género.
Una mujer conduce por su carril izquierdo y una motocicleta se le adelanta por la izquierda y se atraviesa por el frente para parquearse metros adelante en el lado derecho. Cuando la mujer se encuentra con el conductor tras el trancón y baja su ventana para decirle que no sea imprudente, el hombre la amedranta con un “qué pasó, qué va a decir, qué va a hacer”. El hombre no solo se ha valido de que ella es mujer sino que su copiloto también lo es, y con una actitud amedrantadora y machista se pone por encima de la situación, en la que para él priman sus músculos, su voz gruesa y la mirada retadora que connotan fuerza, por encima de un pensamiento racional, reflexivo e inteligente.
Esta es una forma de agresión continua que vivimos las mujeres, no solo cuando vamos al volante, sino cuando vamos al mecánico, cuando tomamos un taxi, cuando viajamos solas. “Es mujer, puedo cobrarle más”. “Es mujer, no tiene idea de mecánica y ya me hice el día”. Me pregunto, ¿cuesta más para una mujer que para un hombre que le despinchen una llanta? ¿Por qué?
Hace poco me dijo un conductor, “es que ustedes se van con tacones y las gafas oscuras, dando pie para que se les cobre más? ¿Es en serio? ¿Cómo debemos vestirnos? Siguen presentándose contínuamente diferencias, donde algunos, no todos los hombres, se aprovechan del género y esa actitud aventajada debe replantearse.